El campo de entrenamiento de la Academia Arkanum rebosaba de estudiantes. El aire estaba cargado de tensión, y el sol brillaba con fuerza sobre el césped perfectamente cuidado. Los postulantes a Centinelas se agrupaban en peque?os círculos, hablando en voz baja, intercambiando teorías y rumores sobre lo que les esperaba.
—Vaya, me pregunto cuáles serán las pruebas... No van a ser fáciles, de eso estoy seguro —comentó un estudiante mientras se ajustaba los guantes de entrenamiento.
—?Debemos darlo todo! —agregó otro con el rostro serio y la mirada fija al frente.
Hino, de pie junto a Sukasa, observaba el ambiente con una mezcla de nerviosismo y emoción. La cantidad de participantes la intimidaba.
—Sí que vinieron muchos... —susurró, mordiéndose el labio inferior.
Sukasa, sin dejarse intimidar, le dio una palmada en el hombro con una sonrisa decidida.
—?Vamos, Hino! Tenemos que dar lo mejor de nosotras. Pase lo que pase, no podemos echarnos atrás.
Hino asintió, aunque aún dudosa.
—Mmm... sí.
En ese momento, un joven alto, de cabello casta?o y presencia imponente, se adelantó hasta el centro del campo. Su sola aparición bastó para que el bullicio cesara. Su voz grave resonó con claridad entre los presentes.
—Muy buenos días, postulantes a Centinelas —comenzó, mirando con seriedad a todos los estudiantes—. Para quienes no me conocen, soy Isein Mūsu, uno de los cuatro Jotas de la Academia Arkanum. Estoy aquí para anunciar que, este a?o, el formato de selección ha sido modificado.
Un murmullo recorrió a los estudiantes como una ola. Algunos se miraron con preocupación, otros fruncieron el ce?o, tensos.
—??Qué?! ?Eso no puede ser! —exclamó un estudiante, alzando la voz desde el fondo del grupo.
Isein levantó una mano, pidiendo silencio.
—Este nuevo formato consistirá en una competencia general. Sera un todos contra todos. Solo hay cinco cupos disponibles para convertirse en Centinelas. Los cinco mejores pasarán —explicó con firmeza—. Las pruebas serán más duras que en a?os anteriores. Si alguien desea retirarse ahora, puede hacerlo sin consecuencias.
Hubo un momento de silencio, luego comenzaron a notarse los efectos del anuncio. Algunos estudiantes, en especial de primer a?o, retrocedieron con expresión preocupada. Varios se dirigieron a las gradas sin decir palabra.
—Vámonos. No tenemos ninguna posibilidad... —murmuró uno, y poco a poco más lo siguieron.
Hino miró la escena, visiblemente afectada.
—?Qué hacemos, Sukasa? —preguntó, bajando la voz.
Sukasa apretó los pu?os. El cambio repentino en las reglas la había descolocado, pero no la derrumbó.
—?Maldición! Nuestras posibilidades se redujeron mucho... —dijo, apretando la mandíbula. Luego respiró profundo y levantó la mirada—. Pero no voy a rendirme.
Hino la miró con sorpresa. Luego suspiró, y una peque?a sonrisa asomó en su rostro.
—Está bien... si tú sigues, yo también —respondió con voz temblorosa, pero firme.
Desde las gradas, Isein observó cómo el número de participantes se reducía, tal como Igurū había anticipado. A lo lejos, el propio Igurū asintió con la cabeza, satisfecho.
—Bien —continuó Isein, con voz clara y firme—. Ya que solo quedan los más decididos, y con la aprobación de nuestros Reyes, declaro iniciada la selección de Centinelas de este a?o.
Los aplausos y vítores estallaron entre los que habían decidido quedarse. El ambiente se volvió más intenso, una mezcla de adrenalina y esperanza.
Desde el estrado, Remy agitó una mano con entusiasmo, llamando la atención de las dos chicas entre la multitud.
—?Sukasa! ?Hino! ?Les deseo suerte! —gritó con una gran sonrisa.
Igurū suspiró, llevándose una mano a la frente.
—Remy... por favor, contrólate —murmuró, en voz lo suficientemente baja para que solo ella lo escuchara.
Ignorándola, Isein alzó la voz una vez más.
—La primera prueba será una pista de obstáculos. Los primeros cincuenta estudiantes en llegar a la meta avanzarán a la siguiente fase. Prepárense.
Sukasa observó la pista con determinación y luego miró a Hino con decisión.
—?Vamos, Hino! Si no nos apuramos, nos van a dejar atrás —dijo, saliendo disparada como una flecha.
Hino, aunque claramente agotada, apretó los dientes y siguió corriendo.
—?Estoy dando lo mejor que puedo! —gritó entre jadeos, esforzándose por seguirle el ritmo.
Los primeros estudiantes comenzaron a llegar a la meta, y en cuanto cruzaban la línea, eran guiados rápidamente a la siguiente estación. Isein, siempre firme, se dirigió nuevamente al grupo:
—La segunda prueba es de fuerza. Deberán golpear esta máquina. Los diez puntajes más bajos serán eliminados —anunció, se?alando una robusta máquina metálica que medía la potencia del impacto.
Los estudiantes se alinearon, y uno a uno comenzaron a golpear. Algunos resultados eran decentes, otros apenas pasaban el mínimo. Entonces llegó el turno de Sukasa.
Con los ojos enfocados y el cuerpo en tensión, Sukasa reunió toda su energía. Dio un paso al frente, giró su cuerpo y lanzó un pu?etazo demoledor. El impacto fue tan fuerte que la máquina se partió en varios pedazos, esparciéndose por el suelo.
—Disculpa... ?eso cuenta como puntaje? —preguntó, sacudiéndose los nudillos, sin mostrar ninguna expresión de dolor.
El Centinela encargado de la prueba tragó saliva, claramente nervioso.
—Ehh... sí, claro... jejeje... cuenta, cuenta...
Desde el estrado, Remy se levantó de un salto, completamente asombrada.
—??Viste eso, Igurū!? —exclamó, se?alando a Sukasa.
Igurū asintió, con el ce?o ligeramente fruncido.
—Sí... Sukasa tiene una fuerza física fuera de lo común. —Se volvió hacia su amigo—. ?Qué opinas, Kuro?
Kuro, con los brazos cruzados y la mirada fija en Sukasa, tenía una expresión sombría. Pensó para sí:
"Vaya... esa mujer está completamente loca. Será mejor no provocarla..."
Pero lo que dijo en voz alta fue:
—Es bastante fuerte, eso está claro.
Isein se puso de pie una vez más para anunciar la siguiente etapa.
—La tercera prueba es de control de energía. Deberán lanzar un ataque contra ese gran blanco. Está hecho de un mineral muy resistente, así que no se contengan. Los diez que causen más da?o pasarán a la siguiente fase.
Los estudiantes se prepararon, y uno a uno comenzaron a lanzar sus ataques. Algunos apenas marcaban una quemadura en el blanco; otros lograban astillarlo. Cuando llegó el turno de Hino, esta cerró los ojos y respiró hondo.
—Debo concentrar toda mi energía... todo en este ataque...
Al abrir los ojos, una llama intensa envolvió su cuerpo. Con un movimiento preciso, liberó un poderoso ataque de fuego que golpeó el objetivo de lleno. El impacto fue tan fuerte que el blanco se desintegró, dejando solo cenizas flotando en el aire.
—?Lo logré, lo logré, Sukasa! —gritó Hino, eufórica, corriendo hacia su amiga.
Sukasa sonrió, aliviada por el éxito de Hino.
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—?Me alegra mucho por ti!
Pero entonces Hino miró hacia el blanco que le correspondía a Sukasa… y se quedó sin palabras.
—?Qué hiciste tú?
Sukasa, algo avergonzada, se?aló los restos. No quedaba nada. Solo polvo.
—Creo que me pasé un poco...
Hino la miró con incredulidad.
—?Solo un poco?
Isein, viendo cómo avanzaba la selección, revisó los registros y luego alzó la vista hacia Kuro, quien sonreía con una expresión extra?a desde el estrado. El Jota suspiró, como anticipando un problema.
—La siguiente prueba es... —se detuvo, visiblemente incómodo—. Un partido de vóleibol... en la piscina. El equipo ganador pasará a la prueba final.
El campo de entrenamiento quedó en completo silencio.
Los estudiantes se miraban entre ellos, completamente desconcertados.
—Por favor, vayan a cambiarse para la prueba —a?adió Isein, con un tono que parecía pedir disculpas.
Desde el estrado...
—?Kuro! —gritó Igurū, girándose con furia hacia él y tomándolo del cuello de la túnica—. ??Qué tiene que ver el vóleibol con las pruebas!?
Kuro alzó las manos, tratando de calmarlo.
—?Oye, tú me pediste que eligiera una prueba, y eso hice!
—??No se te ocurrió algo que no involucrara... piscina!? —reprochó Igurū, todavía apretándole la túnica.
Kuro, sonriendo con picardía, respondió:
—Vamos, vamos... pondrá a prueba sus reflejos y su capacidad de reacción bajo presión.
Igurū lo soltó con desgano, pero seguía claramente molesto.
—?Y tenía que ser en una piscina?
Kuro murmuró en voz baja, con una sonrisa traviesa:
—Le aumenta la dificultad… lo juro. Nada más... —aunque en su mente pensaba: "Y así podré ver a las postulantes en traje de ba?o... jejeje."
Igurū le lanzó una mirada de decepción mientras Kuro seguía con su expresión lujuriosa.
En los vestidores, mientras caminaban hacia los camerinos, Hino no podía ocultar su desconcierto.
—Oye, Sukasa... ?por qué crees que eligieron esta prueba? —preguntó con el ce?o fruncido.
Sukasa suspiró, claramente incómoda.
—La verdad... no tengo idea.
Poco después, en la piscina de la academia...
El ambiente vibraba de emoción. Los estudiantes se agrupaban alrededor de la piscina, ansiosos por la inusual prueba. Isein tomó el micrófono con firmeza, observando a los equipos ya alineados.
—Muy bien. En este momento daremos inicio a la siguiente prueba —anunció, mientras aplausos y gritos resonaban por todo el campo—. Se han formado equipos al azar: equipo A y equipo B. Recuerden que el equipo perdedor será eliminado. La prueba consiste en acumular la mayor cantidad de puntos en un partido de 20 minutos. ?Mucha suerte a todos!
Sukasa miró a su alrededor con entusiasmo.
—?Wao, esto es increíble! —exclamó—. ?Nos tocó juntas en el mismo equipo, Hino!
Hino asintió, sorprendida por la coincidencia.
—Sí... qué suerte —dijo con una leve sonrisa, aunque su voz delataba nerviosismo—. Solo tenemos que ganar este juego.
Sukasa observó a los otros tres miembros del equipo A.
—?Demos nuestro mejor esfuerzo! —motivó, levantando el pu?o con energía.
Los demás asintieron. Dos de ellos parecían tensos, mientras que el último, inexpresivo, simplemente murmuró:
—Mmm... sí...
Al otro lado de la piscina, el equipo B también se preparaba con entusiasmo.
—?Vamos con todo! —gritaron enérgicos, listos para la competencia.
El Maestro Kaishin, encargado de arbitrar el partido, se colocó al borde de la piscina con un silbato colgando del cuello. Su expresión dejaba claro que prefería estar en cualquier otro lugar.
—Me asignaron como árbitro, así que hagámoslo rápido —dijo secamente. Luego, sin más, pitó con fuerza, marcando el inicio del juego.
El partido comenzó con una explosión de energía. Chapoteos, gritos y rápidas jugadas llenaban la piscina. Los jugadores nadaban, saltaban y se zambullían, luchando por controlar el balón y anotar puntos.
Mientras tanto, en el estrado...
Kuro observaba con una sonrisa torcida. Pero no era por el rendimiento deportivo. Sus ojos seguían a las postulantes de ambos equipos, con una expresión claramente sospechosa.
—Mmm... esto es magnífico... —pensaba, embelesado—. Esto es exactamente lo que quería... Que este partido dure para siempre...
Una sombra se alzó detrás de él.
?POM!
Remy le propinó un golpe seco en la cabeza.
—??Qué demonios estás mirando, pervertido!? —lo rega?ó con el ce?o fruncido.
Kuro, sobándose con dolor, trató de disimular.
—?Ay, ay, ay! ?Solo las estaba evaluando con detenimiento! ?Es parte del análisis táctico! —alegó con una sonrisa nerviosa.
Remy lo fulminó con la mirada, cruzándose de brazos.
—Ajá... claro que sí. Eres un caso perdido.
Kuro, buscando cómplices, se?aló a su compa?ero.
—?No soy el único! ?Mira a Igurū!
Igurū, con los brazos cruzados y expresión seria, observaba el campo de juego en silencio.
—Hmmm... Aunque esta prueba es absurda, debo admitir que el estrés en tiempo real y la toma de decisiones bajo presión son bastante útiles. Es una buena forma de evaluar reflejos y agilidad mental —pensaba, con tono analítico.
Pero antes de que pudiera decir algo...
?POM!
Remy también lo golpeó a él.
—?Tú también, Igurū!
Igurū se llevó la mano a la cabeza, sorprendido.
—?Ay! ??Qué te pasa, Remy!?
Ella apartó la mirada, visiblemente avergonzada y con las mejillas coloradas.
—??Qué me pasa!? ?Son un par de pervertidos! —gru?ó, sin querer verlos a los ojos.
—No sé de qué estás hablando... —intentó defenderse Igurū.
Pero justo entonces, el silbato de Kaishin volvió a sonar. El partido había terminado.
Isein dio un paso al frente, observando a los agotados participantes en la piscina.
—Buen trabajo a todos. Fue un juego muy re?ido, pero solo un equipo puede avanzar. El ganador, por acumulación de puntos, es...
Un silencio tenso se apoderó del lugar.
—...el equipo A.
Los aplausos estallaron de inmediato. Gritos de júbilo resonaban en todo el campo.
Hino, al escuchar el resultado, se lanzó sobre Sukasa y la abrazó con fuerza, llorando de emoción.
—?Lo logramos, Sukasa! ?Pasamos!
Sukasa, sorprendida por el gesto, intentó calmarla.
—?Sí, Hino, lo sé! Pero... deja de llorar, que todos nos están mirando...
—?Lo sé! ?Pero no puedo parar! ?Aaaah!
Desde el estrado...
Remy, ahora mucho más alegre, miró con orgullo el campo.
—?Viste eso, Igurū? ?El equipo de Sukasa y Hino ganó!
Igurū, aún sobándose la cabeza, asintió lentamente.
—Vaya... No esperaba que llegaran tan lejos —dijo, algo impresionado—. ?Tú qué opinas, Kuro?
Kuro, que había recuperado su compostura, respondió con un tono más serio, su expresión ahora sombría.
—No deberían celebrar tan pronto... La verdadera prueba está por comenzar.
Momentos más tarde...
El campo de entrenamiento quedó en silencio. Todas las miradas estaban fijas en Isein, que se preparaba para dar el anuncio final.
—Bueno... al ver que solo quedan cinco participantes, muchos pensarán que las pruebas han llegado a su fin.
De inmediato, los estudiantes estallaron en vítores, celebrando lo que creían era el cierre del desafío. Pero Isein alzó una mano, y la algarabía se apagó de inmediato.
—La verdad es que aún no han terminado.
El aire se volvió denso. Murmullos sorprendidos recorrieron el lugar, cargados de confusión y nerviosismo.
—??Qué?! —exclamó un estudiante—. ?Eso es imposible! ?Ya tienen a los cinco que necesitaban!
Isein no se inmutó. Su voz sonó firme y cortante.
—No hay duda de que estos finalistas han demostrado su valía. Pero todavía falta una última prueba. La definitiva. Aquella que determinará si son realmente dignos de unirse a la jerarquía de Arkanum... y convertirse en Centinelas de esta academia.
El murmullo creció. Incredulidad. Expectativa. Miedo.
Y entonces, Isein reveló el siguiente detalle. Uno que dejó a todos sin palabras.
—Para ello, deberán enfrentarse en combate directo contra algunos de los rangos más altos de Arkanum.
Un estremecimiento recorrió a los presentes. Ojos desorbitados, bocas entreabiertas.
—?Q-quiénes…?
—Y sí —continuó Isein, haciendo una pausa intencional para dejar que el silencio hablara—. Hablamos de algunos Jotas, de la mismísima Reina… incluso de los Reyes de Arkanum.
La reacción fue inmediata.
—?Eso es una locura! ?Nunca podrán vencerlos!
—?Nos usaron como entretenimiento!
Pero Isein, sin perder la calma, elevó la voz por encima del caos:
—Para asegurar un enfrentamiento justo, los finalistas podrán usar sus Reikens —si los tienen— y toda su energía elemental. En cambio, los rangos superiores estarán limitados a espadas comunes. No podrán utilizar sus habilidades ni su energía.
El revuelo disminuyó, aunque la tensión seguía impregnando el aire como una niebla espesa.
—Eso lo equilibra un poco... pero aun así... —murmuró un estudiante.
Isein prosiguió:
—Los duelos se han organizado según la fuerza y capacidades de cada uno. Los más prometedores tendrán el honor de enfrentarse a nuestros Reyes. Les deseo suerte... la van a necesitar.
Sukasa observaba todo desde su lugar, el corazón latiendo a mil por hora. Sentía cómo un peso invisible se le asentaba sobre los hombros.
“Jamás imaginé que esto llegaría tan lejos…”
Miró a los otros finalistas. Todos mostraban el mismo rostro: nerviosismo mezclado con determinación. Algunos tragaban saliva, otros simplemente se quedaban inmóviles, procesando lo que acababan de escuchar.
—?Qué hago ahora...? —susurró, sintiendo la presión crecer a cada segundo.
Entonces, Hino se acercó. Su sonrisa era temblorosa, pero sincera.
—Sukasa... demos lo mejor de nosotras.
Sukasa la miró un instante. Luego, respiró hondo y asintió con decisión.
—Tienes razón. No llegamos hasta aquí para rendirnos. —Volteó hacia los demás finalistas—. Es hora de demostrar nuestra verdadera fuerza.
—?No caeremos sin pelear! —gritó con convicción.
Ambas se giraron y corrieron hacia los vestuarios, decididas a prepararse para el combate final.
Desde las sombras de un pasillo cercano, una figura de largo cabello rojizo las observaba. Una sonrisa asomó en su rostro.
—Vaya, vaya... parece que no han perdido las ganas de luchar —murmuró con tono divertido—. Esto será interesante... muy interesante.
Con un último vistazo a las chicas, giró sobre sus talones y se alejó tranquilamente.
—Será mejor informar a Igurū y Kuro sobre esto...
Sus palabras se desvanecieron en la penumbra mientras su silueta desaparecía en la oscuridad del pasillo.