home

search

Advertencias en la oscuridad,.

  El sue?o llegó a Axel como una caricia inesperada. Se encontró de pie en un vasto campo donde las hierbas altas le llegaban hasta la cintura. El cielo te?ido de naranjas y dorados anunciaba la inminente llegada del crepúsculo, mientras el sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte. La calma impregnaba el aire, una serenidad palpable que contrastaba con los inquietantes sue?os que lo habían atormentado durante semanas. Por primera vez en mucho tiempo, Axel se sintió tranquilo, incluso feliz. El aroma a tierra húmeda y pasto fresco llenaba sus sentidos, tan real que parecía imposible que aquello fuera un sue?o.

  Comenzó a caminar entre la hierba, dejando que el suelo, suave como una nube, amortiguara sus pasos. Cada movimiento suyo desataba un estallido de vida: mariposas multicolores emergían en bandadas desde las hierbas, revoloteando alrededor de él en un espectáculo etéreo. Axel, maravillado, giró sobre sí mismo, observando a los cientos de mariposas que ascendían al cielo como un arcoíris vivo. Su corazón se llenó de asombro; no recordaba haber visto algo tan hermoso en toda su vida.

  Pero la magia se desvaneció con una repentina brusquedad. La luz cálida del atardecer dio paso a una noche súbita y profunda, donde una luna brillante, casi cegadora, iluminaba el paisaje. Axel se detuvo, confundido por el abrupto cambio, y un escalofrío recorrió su espalda.

  El hermoso ballet de mariposas comenzó a transformarse. Una a una, sus delicadas alas se encendieron en llamas que consumían sus cuerpos mientras sus formas se distorsionaban. De las cenizas surgieron feroces aves rapaces, sus plumas negras reluciendo con fuego vivo. Emitían graznidos ensordecedores mientras se lanzaban unas contra otras en un frenesí salvaje, atacándose sin piedad. Axel miraba, paralizado, cómo los cuerpos ardientes de las aves caían al suelo como meteoros, encendiendo la hierba a su paso. El fuego comenzó a propagarse, devorando el campo con rapidez, y la suave paz que había sentido al principio del sue?o se convirtió en un caos abrasador.

  El suelo suave bajo sus pies comenzó a ceder, transformándose en un socavón que se abrió vorazmente para tragarse a Axel. Un grito ahogado escapó de sus labios mientras caía en picada. La caída se sentía eterna, como si el abismo no tuviera fin. La oscuridad lo envolvía completamente, un vacío tan absoluto que los sonidos del fuego, los graznidos de las aves y el penetrante olor a cenizas desaparecieron por completo. Todo lo que quedaba era un silencio opresivo y el vértigo que lo empujaba hacia lo desconocido.

  De repente, el descenso terminó con un impacto brutal. Axel golpeó el fondo del socavón con fuerza, y un agudo dolor se extendió por su espalda, arrancándole un gemido de sufrimiento. Intentó moverse, pero el dolor punzante y la sensación de agotamiento lo anclaban al suelo. Cerró los ojos por un momento, tratando de recuperar el aliento, mientras el silencio regresaba como un eco ensordecedor.

  Entonces, una luz apareció, tenue al principio, pero luego intensa, como la claridad de un amanecer en un campo de cultivo. La iluminación reveló el espacio a su alrededor: una habitación vacía, con paredes lisas y frías, carentes de cualquier decoración. Pero lo que capturó la atención de Axel fue una puerta al fondo de la habitación. Era de roble sólido, su superficie cuidadosamente tallada con patrones intrincados que la hacían parecer una obra de arte. Las líneas curvas y los detalles geométricos formaban un dise?o armonioso, casi hipnótico, que irradiaba una sensación de antigüedad y poder.

  Axel se incorporó lentamente, el dolor en su espalda punzando con cada movimiento. Con pasos cautelosos, se acercó a la puerta. Su calma inicial había desaparecido, reemplazada por una inquietud abrumadora que lo hacía dudar con cada paso. La fatiga pesaba en su cuerpo, como si la caída le hubiera robado toda su energía. Pero algo en esa puerta lo llamaba, como si tuviera que atravesarla para encontrar respuestas... o enfrentar algo que había estado acechándolo en la oscuridad.

  Cuando estuvo lo suficientemente cerca, alzó una mano temblorosa hacia la puerta. El roce de sus dedos contra la madera le transmitió una calidez inesperada, un contraste con la frialdad de la habitación. Inspiró profundamente, intentando reunir el valor necesario para abrirla, mientras su corazón latía con fuerza, llenando el vacío con su eco sordo.

  Detrás de la puerta, Axel encontró otra habitación. Las paredes, de un tono beige impecable, carecían de decoración o cualquier rastro de imperfección. Era un espacio ordenado hasta el extremo: un escritorio con cubierta de vidrio sostenía una computadora apagada, una cama individual permanecía perfectamente tendida, y un ropero de madera de roble cerrado dominaba un rincón del cuarto. Todo estaba tan pulcro que parecía más una réplica que una habitación vivida.

  Unauthorized content usage: if you discover this narrative on Amazon, report the violation.

  Sin embargo, lo que más atrapó la atención de Axel fue una figura sentada en una silla de oficina con ruedas, dándole la espalda. Su cabello negro caía liso, cubriendo casi por completo el cuello, y la postura le resultaba inquietantemente familiar. Un escalofrío recorrió su espalda, pero no sintió inseguridad, solo una extra?a mezcla de curiosidad y aprensión que lo empujaba a acercarse.

  Con movimientos calculados, Axel avanzó con cuidado, intentando que sus pasos no resonaran en el suelo de mármol café que parecía amplificar cada sonido. Pero su esfuerzo fue en vano. La figura, como si lo hubiera estado esperando, giró lentamente la silla.

  Era Jasmín. Su rostro, iluminado por una cálida sonrisa, hizo que la tensión que Axel llevaba consigo desapareciera por un instante. La calma llenó el cuarto, envolviéndolo como una manta protectora. Pero la paz fue breve. Los ojos de Jasmín se llenaron de un dolor desgarrador, y su expresión se contrajo en una mueca de sufrimiento. Antes de que Axel pudiera reaccionar, un grito ahogado escapó de sus labios.

  De repente, cientos de mariposas negras surgieron de la nada, rodeándola por completo. Sus alas oscuras y vibrantes cubrieron cada centímetro de su cuerpo, hasta ocultarla por completo. La última en cubrirla fue su ojo izquierdo, dejando ver una chispa de desesperación antes de que todo se consumiera en un espectáculo de fuego. Las mariposas se prendieron en llamas, ardiendo con un brillo feroz, mientras un nuevo grito, esta vez desgarrador y ensordecedor, resonaba en la habitación.

  Axel no pudo soportarlo más. La escena era demasiado abrumadora, demasiado surrealista. Cerró los ojos con fuerza y, luchando por controlar su respiración, intentó obligarse a despertar. Su pecho se contrajo, y el mundo a su alrededor comenzó a desmoronarse en la oscuridad.

  Axel despertó, llorando, la desesperación inundada en su rostro, los gemidos se hacían eco en la habitación, dejando ver la desesperación de Axel, que, tirándose a una almohada, empezó a gritar contra ella, para que el sonido no despertara a nadie en la casa.

  La noche se mostraba despejada, con un cielo limpio que permitía admirar la inmensidad de las estrellas. El frío era sutil pero persistente, mordiendo ligeramente la piel. En la lejanía, el sonido distante de algunos autos y motocicletas rompía el silencio, un murmullo constante que parecía querer acompa?ar a Axel en su búsqueda de calma.

  De pie, observando el horizonte, Axel dejó que la quietud nocturna lo envolviera. Inspiró profundamente, tratando de encontrar un respiro en medio de la turbulencia que llevaba consigo. Pero aquella tranquilidad se rompió de manera abrupta.

  Un estruendo resonó en la distancia, haciendo eco en el aire como un trueno fuera de lugar. Axel levantó la mirada, confundido, justo cuando una luz azul rasgó el cielo nocturno. Era brillante, casi cegadora, y se extendía como si el firmamento estuviera siendo atravesado por un rayo de energía pura.

  Sin poder apartar la vista, Axel sintió cómo la fascinación inicial se transformaba en algo más inquietante. Un dolor agudo, como una punzada, se manifestó en su cabeza, obligándolo a cerrar los ojos con fuerza. Un pitido agudo invadió sus oídos, opacando todos los demás sonidos, mientras el dolor se hacía más intenso, como si algo intentara abrirse paso dentro de su mente.

  La luz azul seguía iluminando el cielo a través de sus párpados cerrados, como si se hubiera grabado en su retina. Algo dentro de él parecía responder a aquella luz, una sensación extra?a que no lograba comprender pero que lo llenaba de un temor primigenio.

  El dolor se intensificó, como si pu?aladas ardientes perforaran la mente de Axel. Cada punzada era más aguda que la anterior, y el pitido en sus oídos, constante y ensordecedor, lo aislaba por completo del mundo exterior. Sus sentidos parecían traicionarlo; no podía escuchar, ni moverse, y la presión en su cabeza se hacía insoportable.

  A través de sus ojos cerrados, imágenes comenzaron a destellar. Eran fragmentos del sue?o más reciente: las mariposas en llamas, las aves rapaces, el campo incendiado, y la figura de Jasmín envuelta en fuego y desesperación. Todo se sucedía con una claridad aterradora, como si aquel sue?o no hubiera sido una mera ilusión, sino una advertencia inminente de lo que estaba por venir.

  Axel quiso gritar, pero el dolor no se lo permitió. Finalmente, su cuerpo no pudo soportarlo más. Sus piernas cedieron, y su espalda golpeó con fuerza el colchón de su cama. El mundo a su alrededor se desvaneció mientras una oscuridad espesa lo envolvía.

  Antes de sucumbir por completo, sus ojos se abrieron una última vez, enfocándose con dificultad en el cielo nocturno. Entre las estrellas, la luz azul todavía relucía, pero ya no era solo un destello: estaba adoptando forma. Ante su mirada debilitada, las líneas se conectaron lentamente, trazando un símbolo que reconoció al instante. Era el mismo que había visto noches atrás, grabado en su memoria por otro sue?o.

  Un escalofrío lo recorrió mientras el símbolo brillaba con intensidad, y sus ojos, incapaces de sostenerse abiertos por más tiempo, finalmente se cerraron. Axel quedó inmóvil, con el eco del dolor todavía vibrando en algún rincón de su mente, llevándolo a un lugar desconocido en la frontera entre la vigilia y el sue?o.

  Algo definitivamente estaba por venir.

Recommended Popular Novels