No lo sé... pero en cualquier caso, debemos concentrarnos en nuestra misión. Estoy segura de que nuestras preguntas serán respondidas cuando encontremos a la nueva madre superiora", dijo Ping Lan, negando con la cabeza y luego mirando en cierta dirección.
Habían realizado la técnica que les ense?aron a la madre superiora frente a ella, y solo les había mostrado el color verde. Confundidas por esto, la madre superiora les explicó, que es normal que al principio aparecieran cosas raras o que no tenían sentido, pero con el tiempo y conforme viajarán, todo se aclararía y sus preguntas serían respondidas cuando encontrarán a su sucesora.
"Tienes razón, entonces vámonos", dijo Ning Chan Juan, asintiendo con la cabeza, para luego mirar la misma dirección que miraba su amiga.
Sin más que decir, las dos comenzaron su viaje, sin saber lo que les esperaban realmente...
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En otro lugar, en una cueva subterránea.
La cueva se extendía por kilómetros y se ramificaba en túneles que iban en diferentes direcciones, hacia diferentes cuartos y habitaciones. En algunas de estas habitaciones se podían oír diferentes voces, decir:
--"?Saquen me dé aquí!, ??Por qué me secuestraron?!".
--"?Bastardos!, ??Saben quién soy?!, cuando mi padre se entere de esto, suplicaran por su propia muerte!".
--"?Por qué nos hacen esto?, no les hicimos nada".
--"Se los ruego, liberenme por favor, tengo que ir a ver a mis hijos, están solos, sin que nadie los cuide".
Sin importar cuanto suplicaran o amenazaran, eran ignorados. Por otro lado, en la parte central de la cueva, en un espacio enorme, se podían ver antorchas pegadas a las paredes, junto a estatuas de piedra de criaturas extra?as como demonios o monstruos, algunos sonriendo malvadamente y otros mostrando una expresión tranquila pero inquietante, que daba escalofríos a quien la mirara. En ese lugar había un gran grupo de personas reunidas, todos arrodillados.
Todos vestían capuchas con el rostro cubierto por ellas. La mayoría de los presentes tenían capuchas de color rojo, pero había algunos que las tenían de color morado y estaban en la parte delantera del grupo.
Frente a ellos había cinco personas paradas en un terreno más elevado mirando a los demás, cuatro de ellos vestían capuchas negras mientras el que estaba en el centro curiosamente vestía una blanca que no combinaba con el lugar y sus alrededores, pero que de alguna manera lo hacía destacar sobre los demás.
Detrás de la persona de capucha blanca, había una estatua de casi tres metros de alto, que destacaba sobre los demás presentes. No por su apariencia terrorífica o inquietante, sino por ser la única de apariencia humana en el lugar.
La estatua era la de una persona con los brazos extendidos, también llevaba capucha, pero la parte que cubría su rostro estaba descubierta. Aunque era así, el rostro estaba en blanco, no tenía ojos, ni boca, ni cejas, ni nariz, simplemente la silueta de un rostro vacío.
Era raro de ver, pero a la vez, le daba a uno, un extra?o sentimiento de seguir contemplándolo, que no podía explicar con palabras…
La persona de capucha blanca miró a todos los presentes extendiendo sus brazos y dijo: hermanos, nos hemos reunido hoy, para avisarles que el día prometido, al fin a llegar.
Seguido de estas palabras hubo un silencio absoluto, que duró unos segundos, para luego ser roto por un montón de voces, preguntando y diciendo:
--"?Es eso cierto, gran maestro?".
--"?El día en que este mundo sea purificado al fin llegó?".
--"?El maestro del mal por fin estará entre nosotros?".
--"?Cuántos sacrificios necesitamos para darle la bienvenida?"
El hombre de la capucha blanca, levantó su mano derecha y todos guardaron silencio, luego dijo: "Sé que todos están ansiosos y emocionados, y por supuesto yo también, el día que tanto anhelamos está por hacerse realidad. El maestro del mal, me ha enviado un mensaje, indicándome, el lugar y el día de su llegada. Por lo tanto, estamos reuniendo personas para el sacrificio final, que abrirá el portal para la llegada del maestro del mal".
Después de esas palabras hubo víctores y exclamaciones de alegría, unos momentos después el gran maestro levantó su mano, todos guardaron silenció y luego dijo: "ahora comenzaremos las preparaciones, para su recibimiento, no necesito decir que tenemos que hacer a continuación, ya que vivimos para este día, ?Verdad?"
Después de esas palabras, miro a todos los presentes. Todos juntaron sus manos, se inclinaron, y sin decir nada innecesario, se dispersaron a hacer sus cosas.
Después de que todos se fueron, solo quedaron los cuatro encapuchados de negro y el gran maestro. Este último se giró y vio la estatua sin rostro, con una sonrisa, y luego dijo: "Por fin, después de muchos siglos, veremos a nuestro se?or del mal en persona".
Luego de unos momentos, frunció levemente el ce?o y pensó: "Pero... ?Por qué, aparte de los sacrificios, algo de color verde es la clave para la llegada de nuestro se?or del mal...?
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En otro lugar, afueras de la capital imperial.
Una caravana había salido hace tiempo de la capital y se dirigía a otras ciudades y pueblos. La caravana estaba dirigida por un anciano y su hijo, que estaban en la cabeza.
Padre, esta vez sí que vendimos mucho, sin duda tendremos para vivir tranquilamente durante un buen tiempo, dijo el joven al lado del anciano, alegremente.
El anciano frunció el ce?o y dijo: "Por mucho que hayamos ganado, no quiere decir que seamos complacientes, hay que saber cómo administrar el dinero que tenemos e invertirlo sabiamente, ?Cuántas veces te he dicho lo mismo?".
"Sí, padre, si, solo que..." dijo el joven sonriendo, pero no pudo terminar lo que iba a decir, porque un hombre alto, de cabello negro corto, ojos grises, de traje negro con una gran espada envainada en su espada apareció de sorpresa en su camino.
El anciano se percató del hombre también y detuvo los caballos. Lo miró, y con cuidado dijo: "perdoneme se?or, pero ?por qué bloquea nuestro camino?"
El anciano tenía experiencia, y por lo que veía del hombre frente a él, sin duda era un cultivador. él era solo una persona normal, frente a los cultivadores lo más sabio era actuar dócil y sumiso.
Al sentir que la caravana se detuvo, las personas que había en ella, miraron afuera qué pasaba, o salieron a ver qué ocurría. El anciano se percató de esto e hizo una se?al a los que salieron, estos entendieron y volvieron dentro de la caravana.
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?La persona frente a ellos no dijo nada, y los ignoró como si no existieran, luego miró cierta parte de la caravana y dijo: "Cuarta princesa, por favor, salga y no haga las cosas más difíciles. Su madre está muy preocupada, además no querrá involucrar a inocentes en sus cosas, ?verdad?".
El anciano y su hijo miraron al hombre alto, confundidos y pensaron: "?De qué está hablando esta persona?".
Antes de que cualquiera de los dos pudiera decir algo, dos personas bajaron de la caravana.
Una era una joven se?orita de unos dieciocho a?os que vestía un traje normal de color azul, tenía el pelo rubio suelto y ojos azules, piel blanca y desprendía un encanto único que era difícil ignorar, a su lado había una ni?a de diez a?os, de pelo largo también, solo que el suyo era de color rosa, pero también tenía ojos azules, vestía traje rosa que combina con su cabello.
El anciano y su hijo se quedaron sorprendidos por lo que vieron y pensaron: "?De dónde habían salido estas chicas y cómo es que no lo habían notado hasta ahora?".
Habían revisado la caravana de dentro para afuera, antes de salir de la capital, y no encontraron nada raro o inusual, entonces, ?dónde se habían escondido exactamente estás chicas?".
Además, estas dos chicas les parecen extra?amente familiares, pero no recordaban dónde las habían visto.
El hombre alto, con la gran espada en la espalda, se acercó a ellas y dijo: "Cuarta princesa, no es correcto que salga a escondidas del palacio imperial sin avisar a nadie, sin mencionar que se llevó a la décima princesa con usted".
La ni?a, de pelo rosa, alzó su pu?o derecho y dijo: "Estoy acompa?ando a mi hermana, para protegerla de cualquier pervertido o alguna persona que se sobrepase con ella".
El hombre alto, con la espada envainada en la espalda, negó con la cabeza y dijo: "Por favor, acompá?enme de vuelta al palacio imperial".
La cuarta princesa tranquilamente dijo: "No me escapé, tengo el permiso de mi abuelo imperial para salir".
Después de esas palabras, sacó de su "RUC" un pergamino y se lo dio al hombre alto, con la espada envainada, en su espalda.
Este agarró el pergamino y lo leyó; entre más lo leía, más fruncía el ce?o. Luego de casi un minuto, apartó su mirada del pergamino y dijo: "Cuarta princesa, incluso si cuenta con el permiso del antiguo emperador, no cree que es imprudente salir de esta manera, sin sirvientes, escoltas y guardias que la protejan, pero no solo imprudente, sino también peligroso, nuestros enemigos podrían aprovechar que está sola para actuar".
La cuarta princesa se cruzó de brazos y dijo: "No te preocupes, sé muy bien, lo que me puede pasar si salgo sola y las consecuencias que podrían traer a la familia real. Por lo que salí bien preparada, deberías saber que no tomo las cosas a la ligera, ?verdad?, sin mencionar mi propia seguridad".
Mientras conversaban, el anciano y su hijo se quedaron petrificados, por lo que oían, las personas que habían entrado a escondidas a su caravana eran la cuarta y décima princesa del imperio.
El joven sentía que podía desmayarse en cualquier momento, mientras el anciano presionaba fuertemente las riendas de los caballos. Sabía que huir frente a un cultivador era estúpido por no decir suicida, lo único que podía hacer era rezar, para que no les hagan nada y se vayan lo.más rápido posible.
Por otro lado. El hombre alto y con una gran espada envainada en la espalda, se quedó un momento en silencio y luego dijo: incluso si todo está preparado y calculado para usted, que hay de los sentimientos de su madre, ella me envió para traerla de regreso por su bien.
A estas palabras, la cuarta princesa sonó y sacó otro pergamino de su "RUC" y se lo dio al hombre alto con una gran espada envainada en la espalda.
Este último frunció el ce?o, lo recibió y comenzó a leerlo. Después de unos momentos, presionó el pergamino en su mano y luego este se hizo cenizas.
Luego miró a la cuarta princesa con una mirada significativa y dijo: la se?ora y usted, realmente se parecen demasiado, y sin duda la misma sangre corre por sus venas.
"Je, je, je, lo tomaré como un cumplido", dijo la cuarta princesa, tapándose la boca con una mano y riendo suavemente, luego continuó: bien, que estamos esperando, en marcha.
La cuarta princesa se dio la vuelta y se fue con la décima princesa que la seguía a su lado. El hombre alto, con una gran espada envainada en la espalda, negó con la cabeza, susspiró y las siguió.
La cuarta princesa había dado solo unos pasos, pero se detuvo de pronto. Se dio media vuelta, miró al anciano y su hijo; estos dos últimos la miraron ansiosos, sin saber lo que quería.
La cuarta princesa les sonrojó y dijo: "Disculpen las molestias, y por su propio bien, es mejor que lo olviden lo que acaba de pasar, entendido".
El anciano y su hijo asintieron varias veces, y el anciano dijo: "No se preocupe, su majestad, jamás estuvimos aquí, nada pasó... ahora, si nos disculpamos, continuaremos nuestro viaje, con su permiso".
El anciano azotó a los caballos con las riendas y rápidamente se puso en marcha. Después de unos momentos, apenas se les podía ver a lo lejos.
El hombre alto, con una gran espada envainada en la espalda, miró a la caravana que se perdió de vista y luego dijo: "cuarta princesa, los que mejor guardan secretos son los muertos, si me permite..."
No pudo terminar de hablar, porque la cuarta princesa levantó su mano derecha para que se detuviera y dijo: "Ya sabes que no me gusta que hables de esa manera, y te pido que mientras nos acompa?as, te abstengas de hablar de esa forma, ?entendido?".
El hombre alto, con una gran espada envainada en la espalda, vio la mirada seria que le daba la cuarta princesa, se inclinó levemente y con su mano derecha en el pecho dijo: "Trataré de moderarme todo lo que pueda, pero debe saber, que todo lo que hago es por su bien cuarta princesa y de la décima princesa".
"Yo no necesito que me cuiden, cualquier pervertido o acosador tendrá que vérselas con mis pu?os", dijo la décima princesa, enojada y alzando ambos pu?os. (Como un boxeador en guardia)
En vez de parecer ruda y amenazante, parecía tierna y adorable.
"Con que lo tengas en cuenta es suficiente", dijo la cuarta princesa, y siguió su camino. La décima princesa le sacó la lengua al hombre alto, con una gran espada envainada en la espalda, y después siguió a su hermana.
El hombre alto, con una gran espada envainada en la espalda, ignoró el gesto de la décima princesa, y las siguió. Mientras estaban caminando, no pudo evitar pensar en algo y dijo:"A ?Dónde quiere ir, cuarta princesa?, ?qué quiere hacer?, que tenga que hacerlo en secreto, incluso a espaldas de su padre imperial".
La cuarta princesa, miro el hermoso cielo azul con unas cuantas nubes, y sonriendo dijo: "Estoy en busca de mi destino, un bonito destino verde lleno de esperanza".
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